sábado, 26 de marzo de 2011

Capítulo seis.

Eran las ocho y media. Estaba cerrando Baticrazy! pero él seguía allí. Sentado. Mirándola. Lo ignoró todo el tiempo que pudo, hasta que se hartó, se acercó a él y dijo:
-Quiero irme a mi casa…
-¿Quieres que te lleve?
Cassandra frunció el ceño y exclamó un sonoro: ¡NO! Que pareció hacer eco en todo el centro comercial.
-Ya, prefieres un cine antes, ¿no?
-No salgo con extraños.
-Pero sí los miras de lejos.
-¿Eso qué tiene que ver?
-Si te gusto, admítelo ahora y todos contentos.
-Nadie ha hablado de eso-se puso una mano en la cadera y dejó todo el peso en la pierna contraria-¿Te puedes ir? Necesito acabar con todo esto e irme a estudiar.
-¿Qué estudias?
-¿A ti qué te importa?-preguntó exasperada, aquel chico, Max, la estaba poniendo nerviosa. Y mucho.
-Bueno, yo diría que tienes… ¿dieciocho?
-Oye, tío, no me pongas años.
Máximo se quedó mirándola. ¿Era posible que se hubiera equivocado con la edad de Cassandra? Si no los tenía, por lo menos los aparentaba.
-No me digas que tienes dieciséis…
-Pues no te lo digo.
-¿Los tienes?
-Me acabas de decir que no te lo digas.
-¡Los tienes!
Cassandra puso los ojos en blanco. ¿Qué le importaba a él si los tenía o no?. Si seguía allí nunca podría llegar a casa a tiempo de cenar y su padre se enfadaría.
-¿Puedes marcharte ya?
-¿Así tratas a los clientes?
-Sólo a los que son tan pesados como tú.
-¿Me vas a decir tu edad?
-Tengo diecisiete años, ¿vale?
-Ah, tampoco me he equivocado mucho.
-Pero no has acertado.
-Ya, bueno, eso no tiene importancia.
-Si tú lo dices…
Max se levantó de la silla, se quedó mirándola a los ojos, ella no pudo apartar la mirada de la luz verde que desprendían los de él.
-Gracias por el chocolate, estaba muy bueno.
Él se apartó un poco. Cassandra se puso a limpiar la mesa con efusividad, para intentar quitarse la imagen de él tan cerca. Para olvidarse de esos ojos tan bonitos.
-Buenas noches, soñaré con tus ojos.
Cassy se dio la vuelta, y lo fulminó con la mirada, luego se llevó la mano al pecho.
-No me asustes así.
-¿Quieres que te acerque a casa?-volvió a preguntarle, aunque parecía casi una súplica-Ya es tarde y de noche, a mi no me molesta hacerlo.
-No, gracias, no soy de las que se van con los desconocidos.
-¿No?
-¿Acaso lo parezco?
-Bueno…
-¿Estás diciendo que parezco una de esas?
-No, yo no…
Cassandra bufó, colocó las sillas escandalosamente y entró otra vez en el puesto de los batidos, metió la caja dentro, y cerró con llave.
-Tienes mucho carácter, chica.
-Vete a pasear.
-¿No pides las cosas por favor?
Cassandra pensó que lo mejor sería ignorarlo, a ver si así se cansaba de una vez y se marchaba. Cerró Baticrazy! y emprendió el camino hacia fuera del centro comercial.
-¿Te acompaño?
-¡Qué pesado!
Decidió que lo mejor sería llamar a su padre. Aunque eso lo preocuparía. Pensó en otra cosa que sería mucho mejor. Sacó el móvil, hizo como que marcaba un número. Esperó un par de segundos antes de poner su plan en marcha.
-Hola, Papá.
Silencio, aunque eso Max no lo sabía.
-Necesito que bajes a buscarme al centro comercial, un loco me está persiguiendo, ya… ¿en tres minutos? Perfecto.
Cassandra miró a su alrededor después de colgar. Ya no estaba allí. Sonrió, triunfante. Salió del centro comercial y se encaminó a su casa.